Limpiar el armario
Hasta hoy, puedo oír a mi madre diciéndome que fuera a ordenar mi cuarto. Obedientemente, iba y empezaba a hacerlo, pero enseguida me distraía leyendo el libro de historietas que, supuestamente, debía guardar. Poco después, la distracción terminaba cuando ella me advertía que, en cinco minutos, iría a revisarlo. Como no podía acomodar todo en tan poco tiempo, escondía en el armario lo que no sabía dónde poner, hacía la cama y esperaba que ella entrara… deseando que no revisara el armario.
Alguien que entiende
El esposo de mi amiga estaba en las últimas etapas de la demencia senil. Cuando le presentaron a la enfermera que lo iba a cuidar, le tomó el brazo para detenerla y le dijo que quería que conociera a su mejor amigo: alguien que lo amaba profundamente.
Alabanza inmerecida
Antes de poder comprar un horno autolimpiante, me las arreglaba para mantenerlo en condiciones. Incluso las visitas comentaban al respecto cuando venían a casa: «Vaya, ¡qué limpio está tu horno! Parece nuevo». Yo aceptaba el elogio aunque sabía que no lo merecía… la limpieza no tenía nada que ver con que yo lo restregara, sino que no lo usaba muy seguido.
Guerra de palabras
El 28 de julio de 1914, Austria y Hungría le declararon la guerra a Serbia, tras los asesinatos del archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía. A los 90 días, otros países europeos habían adoptado bandos para respetar sus alianzas militares y lograr concretar sus ambiciones. Un solo acontecimiento se transformó en la Primera Guerra Mundial, uno de los conflictos militares más destructivos de los tiempos modernos.
El fundamento correcto
«Tengo malas noticias —dijo el constructor que estaba restaurando una casa vieja que yo había heredado—. Cuando empezamos a convertir la mitad posterior del garaje en su oficina, descubrimos que las paredes casi no tienen cimientos. Tendremos que demolerlas, cavar un cimiento adecuado y volver a empezar».
Un amigo auténtico
En la novela Shane, se entabla una amistad entre Joe Starrett, un granjero norteamericano, y Shane, un hombre misterioso que se detiene para descansar en la casa de Starrett. El primer vínculo se establece mientras trabajan juntos para remover el tocón de un árbol gigante en la propiedad. La relación se profundiza cuando Joe rescata a Shane de una pelea y este ayuda a su amigo a mejorar y proteger su granja. Los hombres comparten un sentimiento de respeto mutuo y lealtad que refleja este concepto de las Escrituras: «Mejores son dos que uno […]. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero…» (Eclesiastés 4:9-10).
De espía a vigía
Cuando nuestra hija era demasiado pequeña para gatear o caminar, inventó una manera de esconderse de la gente cuando deseaba estar sola o hacer lo que quería. Simplemente, cerraba los ojos. Pensaba que, si ella no veía a nadie, tampoco podían verla. Usaba esta táctica cuando alguien desconocido trataba de saludarla en el automóvil, sentada en su silla alta en casa cuando no le gustaba la comida, e incluso al oírnos decir que era hora de ir a dormir.
Desvíos misteriosos
Antes de que mi esposa y yo nos embarcáramos en un viaje de 640 kilómetros hasta la casa de nuestra hija, programé el GPS. Mientras viajábamos, el sistema nos indicó que saliéramos de la autopista y tomáramos un desvío por una ciudad. Poco después, nos mandó de regreso a la misma carretera. Ese misterioso desvío me desconcertó. ¿Por qué tuvimos que salir de una ruta perfectamente transitable?
Ver al revés
En la India, participé en reuniones cristianas con leprosos. La mayoría de los avances en el tratamiento de esta enfermedad surgieron del trabajo de médicos dedicados a la obra misionera, quienes estuvieron dispuestos a vivir entre estos pacientes y exponerse a los riesgos de contraer esta temida dolencia. Por eso, las iglesias crecen en la mayoría de las leproserías más importantes. En Myanmar, visité hogares para huérfanos de padres enfermos de SIDA, donde voluntarios cristianos intentan restituir el afecto que esta enfermedad les ha robado. Las reuniones más emocionantes las presencié en Chile y Perú, en las entrañas de una prisión federal. El reino de Dios ha echado raíces entre los pobres, los quebrantados, los oprimidos… lo rechazado de este mundo.
Un eterno «hola»
Después de pasar una semana de vacaciones con su hija y su nieto, Catalina tuvo que despedirse hasta que pudiera volver a verlos. Más tarde, me escribió: «Los dulces encuentros como el que tuvimos hacen que mi corazón anhele el cielo. Allí no tendremos que tratar de grabar recuerdos en nuestra mente ni orar para que el tiempo pase lentamente y los días duren más. Nuestros «hola» nunca se convertirán en «adiós». El cielo será un “eterno hola”, y estoy ansiosa por llega allí». Tras haber sido abuela por primera vez, ¡ella quiere estar con su nieto todo lo posible! Está agradecida por cada oportunidad de verlo y por la esperanza del cielo… donde los momentos maravillosos nunca acabarán.